
Isabel Vargas
Te ha despertado de madrugada
un fuerte dolor en la sien,
y se ha extendido por el cuerpo
hasta llegar a la punta de los pies.
Un monstruo de dientes amarillos
ha acariciado tus senos
para dejarte una pequeña marca
de color azul
cerca del corazón.
La herida sólo resplandece
en las noches de vigilia y soledad,
cuando la esperanza cede
y un batallón de arañas parece inundar el pecho.
Tiemblan los principios
y también tu maltrecho estómago.
Duele y quema
y te hace confundir
los últimos días de asquerosa intimidad
con un profundo deseo de compañía.